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Vida y opiniones del caballero Juan Vergescott

Spiderman (y II)

Entonces comencé a devorar los comics de Spiderman, porque sentía que en el fondo Peter Parker se enfrentaba a problemas similares a los míos, y, como yo, de vez en cuando fantaseaba creyendo ser un héroe: él soñaba que era un hombre araña que trepaba los rascacielos de Nueva York y que vencía al Mal que a diario surgía de las cloacas de la ciudad. Le picó un día una araña, y del susto se desmayó. Hasta tal grado fue el pánico, hasta tal punto le afectó, que se despertó imaginando que era una araña de aspecto humano. Con todo, Peter era un incomprendido y la sociedad repudiaba el sueño del joven estudiante debilucho: la prensa, los políticos, el director de su periódico –su peor censor: J. J. Jameson-, su tía May, y sus amigas –especialmente Gwen y Mary Jane-, odiaban su sueño; aborrecían a Spiderman. Parecía un Quijote nacido en Queens, y yo soñaba con ser un Quijote de La Rondilla. Con algún invento, o tal vez una ayuda divina, anhelaba liquidar a las bandas del barrio, vengarme de algún mayor que me molestaba con frecuencia en la calle y saber sobrellevar la vida, que se ponía entonces muy cuesta arriba. En aquellos años, además, estaban las chicas. Entre otras, Betty, Gwen, Mary Jane: Peter Parker era tan eficaz como yo en eso de dilapidar relaciones. Pero el tiempo pasaba. Él se quedó con Mary Jane –qué envidia-, y no lo supe hasta muchos años después.
En 1978 unos estudios de Hollywood se empeñaron en destruir a nuestro héroe; lo vistió de un pijama azul y rojo y lo puso a dar saltos como un saltimbanqui. Dejé de leer al héroe, a Peter Parker, aunque años después regresé al amigo problemático. Lo mismo me ocurrió después con el intento del 2002, donde Mary Jane era un rostro raro que trataba de complementar a un Parker lánguido. Spiderman volaba a una velocidad de vértigo entre los rascacielos de Manhattan. Yo había recuperado la lectura de mi héroe, Peter Parker, y la película me devolvió a un mito que no era mi héroe.
Dos años después de esa fiebre de 2002, por tanto, ahogado de delirios cibernéticos y de tramas literarias, es hora de regresar a ese héroe y caminar juntos. Ahora he vuelto a leerlo. He de aprovecharlo hasta que vea Spiderman II, porque entonces dejaré de visitarlo. A ver si el sentido arácnido me ayuda a encontrar a la joven que busco.

2 comentarios

Juan -

Petra, sí, esos de entonces eran bonitos sueños. A mí Mazinger Z, aunque vivía una vida tan poco tecnificada, me parecía tan real que también anhelaba con ser su dueño y dedicarme a desfacer entuertos (sobre todo los propios en el colegio).
Besos. J.

petra -

Juan Parker... no suena bien, SpiderVergescott suena mejor. Es sabido que algunas arañas atrapan a sus presas en su red, creo que "ella" sabe de eso...
Siempre deseé ser la conductora de Mazinger Z, o la dueña de una alfombra mágica.
Cariños, P.