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Vida y opiniones del caballero Juan Vergescott

Europa (III)

Efectivamente se acabó ayer la primera jornada de la Eurocopa. Y no resultó en sus partidos más gratificante que en los grupos anteriores. En primer lugar, a las seis de la tarde jugaban Letonia contra Chequia, una de las que se consideraban seguras revelaciones del torneo. Dos países de antiguo vínculo con la extinta Unión Soviética y hoy recién integradas en la Unión Europea, así que se presumía una especie de tregua, pero parece que en el este soplan vientos semejantes a los del oeste. A traición, Letonia marcó un gol (el primero de su historia). Menciono lo de la historia porque hoy para todo comentarista todo lo que sucede en un partido es histórico: el gol de cadera de Fulano (nunca antes un jugador de no sé qué lugar había metido un gol así, dice el comentarista), el resultado de no sé qué partido (el locutor dice que es la primera vez que en el partido de A contra B quedaban 3 a 2, evidentemente porque era la segunda o tercera vez que se enfrentaban), o la entrada de una gallina al campo (es la primera de esa especie y ponedora de huevos de clase C). Para esos comentaristas todo es histórico. Uno imagina el concepto de historia que tienen estos hombres, o, peor, lo que la historia ha llegado a constituir en la sociedad de hoy, anamnésica y presentista.
Y hablando de historia, pues fue histórico todo lo que pasó, porque nunca se habían enfrentado esas selecciones. Aquí veo que histórico significa nuevo, inédito. En fin, el caso es que al gol por sorpresa de Letonia siguió la desesperación de Chequia. Pero si uno mira bien, los checos fueron más pérfidos, porque dejaron a los letones que se regodearan en su gol, histórico, y en unos minutos, al final, les metieron dos. Claro, que ya podrían los checos con jugadores así. El caso es que a lo que se ve estos países recién entrados en la UE lo hacen a codazos.
Sin embargo, esto resulta casi peor en los del oeste, miembros de antiguo de la Unión. Así se vio en el último partido de la ronda: Alemania contra Holanda. Cualquiera sabe que este clásico retrotrae la memoria de todos a 1974 y la final de Munich. Después, a finales como la ganada con el famoso gol de Van Basten. Y varios encuentros que resultan lo mejor del fútbol, de dos países vecinos, parientes, pero que tienen una concepción del fútbol radicalmente diferente. Lo hermoso eran las gradas, anaranjadas de holandeses, pero con alemanes que disfrutaban en compañía de sus adversarios, que tras el partido (como antes) se tomaban sus pintas de cerveza juntos, en una hermandad envidiable. No, no eran ingleses, que sólo han destrozado una ciudad un día, por el momento. Ellos son alemanes y holandeses y son gente civilizada. Pero eso fuera del campo, porque dentro es otra cosa.
Primero, el gol de Alemania fue sin avisar. Uno tira con la intención aparente de un indirecto y se convierte en libre directo, así que la defensa ni el portero la tocan porque se han quedado perplejos. Así no. No sé si quedará algún resquemor del conflicto internacional, de la guerra y todo eso. El caso es que los holandeses querían el gol, pero los alemanes no se dejaban, e incluso parecía –me parecía- que querían meter otro. Uno dice: ¿el entrenador de Holanda no sabe la necesidad que tiene un equipo de un volante? Porque si hubiera sido así, Van Nistelrooy hubiera estado asistido de balones y marcado antes. Sólo en los últimos minutos (cuando más duele) Holanda marcó su gol y dejó a los alemanes con la desilusión de dos puntos perdidos. Ya podían marcar cada uno en un tiempo normal y por buenas arte, avisando y sin mala intención.
Si nuestros políticos están temblando aún por lo sucedido en el fin de semana con las elecciones europeas, y ahora corren para terminar el texto de la Constitución de Europa, resulta que el pueblo (futbolistas y aficionados) se entrega a una práctica rupturista, vengativa y de muy malas artes. Con esto se contribuye poco a la Unión y a arreglar su estado actual, algo deteriorado tras los comicios.
Esta tarde España juega de nuevo, con Grecia. En la fase de clasificación, como hermanos mediterráneos, cada uno ganó un partido. No sé si hoy en Portugal quedarán empate. Pero seguro que hay un juego solidario, amistoso. Hay amigos míos que dicen que va a haber mucha lucha y que cuidado. No lo creo, pero si así fuera sería porque ese euroescepticismo del norte comienza a llegarnos a los del sur, quienes amamos tanto a Europa porque ayudamos a construirla desde los tiempos de Tartesos y de Micenas. Veremos qué sucede estar tarde.

4 comentarios

juan -

Even, estoy de acuerdo.

even -

Como leo a toro pasado, pues ya sé el resultado. Qué curioso: de batalla nada. Por cierto, me caen bien los portugueses, suaves, educados y discretos, quedan bien en todas partes y son muchísimo menos catetos que los españoles...

juan -

Petra, una lucha fratricida como en Aljubarrota. No sé, pero algo trágico, sin duda. Muy trágico.
Lo siento por los hermanos portugueses.
Besos. J.

petra -

Uy Juan, y el partido con Portugal... ¿qué pronosticas?
cariños. P.