Blogia
Vida y opiniones del caballero Juan Vergescott

México (II)

Cuando uno pasea por México D. F., no puede dejar de pensar en el fenómeno urbano que se está produciendo en las últimas décadas: el abandono de los centros históricos por parte de la burguesía. La moda de las edge-cities que llega de Estados Unidos a través de la publicidad, los telefilmes y los bodrios de Hollywood ha llevado a la burguesía a alejarse de los hermosos centros urbanos de las ciudades hispanas a imitación de lo sucedido en las norteamericanas. Éstas se han expandido como una mancha de grasa sobre el paisaje estadounidense. El coche y el petróleo resultan imprescindibles para vivir en un medio semejante (con frecuencia el todoterreno se ha convertido en Estados Unidos en la extensión del caballo), extenso, carente a veces de un transporte público adecuado. Los centros son tomados por la marginación interior o exterior que se aproxima a las ciudades. Los medios de comunicación advierten que se genera una delincuencia en esos centros y la burguesía, en esencia miedosa, queda impedida para regresar a ese ómphalos, ni siquiera para pasear durante los fines de semana. En esta batalla aún no ha sufrido México una derrota, dado que su clase media es aún –de nuevo- emergente y las familias de clases más bajas gustan todavía de caminar por las calles del siglo XVI y comprar en los mercados entoldados donde se venden todo tipo de objetos pirateados y baratos, por tanto. Mientras, las grandes urbanizaciones se expanden: Santa Fe o Lomas de no sé qué, en dirección a Toluca, zonas caras de precios prohibitivos que ahora se pueblan de centros multinacionales, que no acaban definitivamente con la excelencia de la arquitectura mexicana pero que claudican ante la transculturación.
El deterioro del Defe lo produjo también el terremoto de mediados de los ochenta y su tugurización es semejante a lo que ha producido en otras ciudades del mundo. Por fortuna, se intenta su recuperación y las actuaciones en algunas calles de los contornos del Zócalo son una buena prueba de esa intención, aun cuando la enormidad del centro histórico exija una demora en estas actuaciones. Tal vez no sea tarde. No obstante, bajo el tezontle y las formas virreinales los kilómetros diarios y miles y miles de personas que trabajan en el comercio callejero impiden el cuidado y la transformación del entorno. Mientras, las clases más adineradas se desentienden del centro histórico que abandonaron, aun cuando San Ángel, Coyoacán y Lomas de Reforma, por ejemplo, mantengan sus antiguas configuraciones. México no es aún San Juan, Ponce o Mayagüez en Puerto Rico, donde no se encuentra ni una sola persona en las calles, aunque algunas caminan en los malles con que ya cuentan las urbanizaciones mexicanas. México se encuentra en un momento crítico entre la claudicación ante una nueva forma de vida urbana basada en el mercado y el auto o el mantenimiento del orden tradicional, el paseo y el aire libre limpio por la frondosa vegetación que reverdece en la ciudad. Las jaulas puertorriqueñas o las alambradas mexicanas son muestras también de un miedo y de una lucha a la que se enfrentan las ciudades americanas de hoy como antes ocurrió en Estados Unidos, que no sólo enriquecen a las empresas de cemento sino también a las de seguridad privada.
Las autoridades deben cuidar de las vías de la transculturación, de otorgar medidas económicas que recuperen los centros históricos (donde no se pretende que se olvide la Historia) y de permitir una calidad de vida óptima, al facilitar el paseo de los ciudadanos y evitar en lo posible la absoluta dependencia del auto. La vida es corta (y el petróleo más, hoy), pero el paseo diario, la mirada a las gentes mientras se camina, bajo unos edificios agradables y una vegetación generosa la han de alargar sin duda. Ha de reurbanizarse la ciudad en vez de urbanizarse –y mutilarse- el campo, ese lugar lejano, como decía aquel niño, donde las gallinas corren en libertad.

2 comentarios

juan -

Petra, así es, pero el todoterreno va llegando acá (en París ¿o era en Roma?, se quiere prohibir por lo mucho que gasta y contamina), así como las ciudades desparramadas por el paisaje. Pero aún se pasea a diario y se compra en el barrio.
Besos. J.

petra -

Juan, me sorprende tu visión de México, a decir verdad lo que me sorprende es la coincidencia de la similaridad con otros países de Latinoamérica, envueltos en esa "transculturización" que mencionas. Ahora bien, el simbolismo de esas transformaciones cuesta comprender para el que desde afuera ve, pero desde adentro es imperceptible, está arraigado en forma sostenida... podría ser una encantadora metáfora a lo que por estos lados se ve: .."el todoterreno se ha convertido en la extensión del caballo."
Cariños. P.