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Vida y opiniones del caballero Juan Vergescott

Y las batallas de amor perdidas (VI)

Pero, ella puede pensar, ¿por qué está él conmigo? La verdad es que yo estoy –estaba- con ella porque la amo, porque a pesar de las fallas de nuestra relación creo que me es –era- satisfactoria; puedo soportar una relación sin sexo, aunque sé que esto es lo que últimamente me está envenenando, a mí, y por tanto a nuestra relación. Pero es que pienso que por qué no quiere, por qué no la apetece nunca, por qué ni en mi depresión me pudo enviar un cable y, por ayudar a un enfermo a curarse, disimular que me lanzaba un beso o me sorprendía con una caricia. Y no se entienda que quiero amor fingido, pero en aquellos momentos tan malos eso hubiera resultado muy sanador, y no que se largara un mes a Huelva, dejándome en la puerta de la consulta del psiquiatra. Mi ánimo, desde luego, no mejoró. Me tuvieron que triplicar la dosis y no acabé por salir definitivamente de ese estado en tres años.

2 comentarios

juan -

Tienes razón, Petra. Todo se arreglaría aprendiendo a amar. O viviéndolo día a día sin tratar de convertir a la pareja en enemigo en vez de el/la amigo/a y amante. Por mi parte, cada vez menos y seguramente es que funciona, como dices, a golpes de corazón que no dominamos. Y el mío (por una agenesia) se caracteriza por las arritmias.
Saudos. J.

petra -

Habría que ver, Juan, en dónde podemos ir a aprender eso de "amar", invento que nos lleva de cabeza y funciona más diastólicamente, si es que no sistólicamente...
Saludos. P.