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Vida y opiniones del caballero Juan Vergescott

Una historia del West Side

Hace unos días vi en unos grandes alamacenes que salió una edición especial de la película West Side Story que además venía acompañada de un libro con el guión y otras cosas referentes al fenómeno. Anoche vi esta película y disfruté más que nunca, en mi pantalla de plasma de 42’ y de los gigantescos altavoces de la música y de los bailes de la obra de Jerome Robbins y Robert Weiss. La emoción de la historia, después de tantas veces de haberla visto, no había disminuido ni un ápice, e incluso diría que se intensificó. Una película que se rodó cuando yo mismo no estaba ni en proyecto se me hace de una actualidad tan extraordinaria como la perennidad de los sentimientos amorosos. Aunque, por otra parte, poco veo yo de Romeo y Julieta que tanto se ha dicho y de la que parte la obra. El resultado final fue grandioso aunque se alejara de Shakespeare; hoy no necesita de ese vínculo clásico porque hoy ya lo es por sí mismo.
Menciono esta película además porque mañana me marcho a Puerto Rico. Es la tercera vez en un año en que voy a la isla y allí, como siempre, me quedaré casi un mes. Es el tiempo en que ya el extrañar a mis gatos se convierte en dolor. Allí reniegan de la imagen que se da a los puertorriqueños en esa película, o cuando menos suscita encontradas opiniones. Algunos dicen que no tienen nada que ver los puertorriqueños con los nuyorricans de la película. Pero hay de todo. Los puertorriqueños son amables, generosos y divertidos. No voy a entrar en la situación política de la isla, porque llevo un tiempo escribiendo sobre ello y pronto saldrá publicado. De cualquier manera, no tiene demasiado que ver la situación de los puertorriqueños de allá (Nueva York, y ahora Orlando) con los de acá (la llamada Isla del Encanto). Cada vez son más semejantes por la influencia de los medios de comunicación, pero hay diferencias. Cuando regrese las voy a hacer notar. No es el momento porque no quiero escribir ahora asuntos para mí poco gratos. Pueden leerse las novelas de Enrique A. Laguerre y Pedro Juan Soto para comenzar a entenderlo. O las crónicas y novelas de Esmeralda Santiago, cuya primera obra fue llevada al cine como Almost a Woman, con la hermosa Wanda de Jesús. Aunque las películas de Jacobo Morales no tratan el asunto del puertorriqueño de allá, también puede advertirse con un tino de la eficacia del director de Lo que le pasó a Santiago en la producción de Luis Molina Casanova titulada La guagua aérea, que se rodó en la Universidad del Sagrado Corazón sobre el homónimo y célebre relato-crónica y los cuentos de En cuerpo de camisa de Luis Rafael Sánchez.
Ahí voy de nuevo, aunque por Iberia, después de haber dejado la isla en febrero. El ordenador que tengo allá es algo rudimentario y muy lento. Podré leer pero escribir se me va a hacer difícil. Intentaré emitir en alguna señal. El día 7 de septiembre estaré de regreso para hablar de Puerto Rico. Como en cada viaje mío, me voy sin ganas, con unos deseos enormes de quedarme en mi casa y con mis gatos. Pero siempre regreso encantando, feliz. Cada vez me cansan más los viajes, pero tampoco me ata nada mejor aquí, a excepción de mis gatos. Pero ya contaré de mi nueva historia del lado oeste.
Hasta pronto.

2 comentarios

Juan -

Petra,
gracias. Ya llegué aquí, al calor puertorriqueño, pero estoy feliz. Trataré de conectarme con este ordenador a pedales que tengo.
Besos. J.

petra -

suerte en tu ausencia, te extrañarè. Cariños. P.