Blogia
Vida y opiniones del caballero Juan Vergescott

En un principio

Después de mi sexta novela publicada, me parecía un buen momento este para dejar los planes de una siguiente ficción y sí en cambio para reposar un tiempo y así dejar espacio para la reflexión acerca de estos últimos años de mi existencia. Desde hace un tiempo me asalta la idea de la necesidad de un cambio en redondo en mi vida y me devano el cerebro tratando de hallar la forma en que eso se produzca. Se me ocurren algunas maneras en las que me aseguro unos minutos, unas horas a lo sumo, pero un cúmulo de circunstancias, entre ellas posiblemente la cobardía, me empujan a desistir de esa idea. Ahora que he pasado los 50 y que, como decía, mi sexta novela va a ver la luz en un par de meses, es hora de sentarme a reflexionar. Más tarde, el ajetreo de la promoción de El obelisco y la cruz me impedirá disponer de mucho tiempo libre y tranquilo para poder concentrarme en la rememoración de los sucesos que pudieron provocar este estado mío de desasosiego constante y este ánimo por emprender unas nuevas aventuras como las que acometía en mi juventud.
“En un principio...” es un comienzo que cualquier escritor hubiera deseado inventar. A buen seguro que muchos creadores reprodujeron ese inicio u otro semejante, quizá no tan rotundo. Pero cuántos no se decepcionaron al recordar que ya lo empleó el libro más rico de la historia; o cuántos no descubrieron gracias a un amigo que les corregía su obra que era un comienzo ya demasiado conocido. Sin embargo, aún han quedado autores contemporáneos a nosotros en alguna de cuyas obras se aprecian variantes de ese principio. Un riesgo semejante no voy a soslayar yo si mi relato se aviene con esa exigencia, pues pretendo obtener una narración ab origine y valiente, que desenrede esta madeja mal ovillada en que se ha convertido mi vida de unos años a esta parte. La crisis de los cuarenta me cogió tarde, pero me agarró fuerte y aún parece que camino de los cincuenta y uno no me deja libre de desasosiegos.
Quiero advertir que mi intención es mostrarme a mí mismo en el curso de las meditaciones y razonamientos que me han convertido a mí en lo que soy. Aprovecharé, por tanto, este mi espacio para exponer opiniones, consideraciones y observaciones mías acerca del mundo que percibo, siento y vivo y sobre, en general, el ambiente en que me hallo inscrito. Qué duda cabe de que esto puede contribuir a conocerme un poco más a mí mismo, lo que aún hoy ha de ser la meta de todo intelectual serio. Además, debo recordar que soy escritor, porque advierto que no voy a someterme a la tortura de una arquitectura elaborada, de una composición de trazos rigurosos y de un orden cabal y sólido. Esto no es una novela. Me puedo permitir el lujo de seguir el flujo de mis pensamientos, el hilo de mis inquietudes, lo que servirá para una mejor valoración de mis circunstancias. Por supuesto que al tiempo me ofrecerá un lugar para la especulación sobre diversos temas de lo más variado. Siempre he deseado disponer de una columna en la que poder tratar asuntos triviales escondido tras un seudónimo. No perderé esta oportunidad de realizar algo semejante. Esto puede romper el ritmo del relato, pero no creo que en exceso, pues aviso que el mío va a resultar un análisis sincrónico y no diacrónico. Claro que trazaré un esquema cronológico que sirva de base sobre la que aposentar el edificio argumental. Pero de ahí no pasaré. Recuerdos y anticipaciones van a mezclarse con el presente, aunque me propongo no provocar un lío en el desarrollo del examen. Asimismo, por causa de ser yo un conocido escritor, habrá quiénes piensen que a veces fabulo. Nada más lejos de la intención de este manuscrito. Por otra parte, sé que el personaje que ven narrando esto puede parecer en exceso complejo, dualístico y cómico. Entiendo que esta imagen queda lejos de las expectativas que desperté con la publicación de Historia de los días y las noches, por ejemplo, pero el que soy yo es el de este escrito y no el narrador de aquél. No ha de confundirse el autor con el narrador, por favor. De cualquier forma, aunque siempre me ha interesado extraordinariamente el lector, he de poner en claro desde ahora que en este original no me importa para nada. El único que me interesa soy yo. Yo me debo a mí mismo este escrito. Los lectores, que se conformen con las seis novelas. A mí me debo la realidad de mi vida; la ficción, para los lectores.
Puestas estas premisas para no provocar engaños o desilusiones, voy a relatar la historia. Antes, quería también dejar constancia de mi consciencia de que muchos han sido los escritores que han utilizado un procedimiento similar. Creo que están en la mente de todos. Mi condición de profesor de literatura inglesa en el pasado me permite conocer los usos y la funcionalidad de un procedimiento semejante, que ha sido imitado por diversos autores de otras lenguas pero que en el caso presente no obedece a semejante razón, nada más porque esto no es una novela, recuerdo, sino una confesión privada adornada de unas meditaciones sobre la vida y el mundo. La coincidencia del procedimiento, por consiguiente, es sólo una casualidad. Y dicho esto, vayamos al inicio.

4 comentarios

lesbia -

bien

juan -

Lesbia -

me parece bien

yo misma -

Ya lo he visto. Muy bien, muy buena declaración de principios: semi-ficcional y sugerente con la alusión al escritor famoso. Vamos, digna de que unos cuantos se pregunten quién será ese misterioso escritor. ¿Lo tenías ya escrito? ¿O ha sido una entrada completamente nueva? Promete y tengo ganas de que lleguemos al inicio. Un consejo: quita el primer artículo, el enviado por blogia, porque eso no lo tiene porque ver el lector. Y otra cosa: está un poco arcoiris. Títulos rojos sobre fondo amarillo no quedan bien. Hablamos.