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Vida y opiniones del caballero Juan Vergescott

© El vendedor de historias (I)

El tiempo y la fama acaban por sepultar a la persona y yo desde hace tiempo no quiero que eso acabe por ocurrirme a mí. Hoy es un día importante en mi vida porque cumplo una edad que debería empezar a respetar. Hace cinco años lo fui preparando todo y dejé de fumar, de beber y de tomar café, y me convertí en un ser aburrido. Se terminó una adolescencia que anhelaba sempiterna, aunque lo cierto es que quedan rémoras y aún disfruto de esa edad a ratos. No sé si el golpe de calendario de hoy constituirá el definitivo para mi cambio. Y perdón por la digresión, pues a lo que quería ir era a que también mis crecientes quehaceres y mi tiempo limitado, además de una energía cada vez menos fornida, me empujan a tomar esta decisión, Y por qué no, tal vez también mi amor a la cultura y en especial a las letras.
Esto me recuerda a mis tiempos de profesor universitario (un día he de tratar de esos años), porque también entonces sugería temas a analizar, escritores a los que investigar, pues, entre otras razones, además de mi vocación docente, estaba mi falta de tiempo para afrontar con garantías tantas ideas. Por eso hoy también quiero –y perdóneseme la aparente pedantería de todo esto, pues lo digo con gran humildad- lanzar una invitación que explicaré.
A mí, a diario, cuando paseo sólo por las calles de mi ciudad, cuando me ducho, o cuando me acuesto y la radio no me distrae, o el libro o el cómic que leo no me atrapan, creo mis historias. Esto me ha sucedido desde niño, pero recientemente, en estos años últimos, las ideas son –si se me permite- más originales e incluso, diría, más divertidas. Hay un problema: no tengo tiempo. A veces, tampoco ganas, o ánimos; y mi desastre personal impide que me detenga a anotar las ideas que me embargan y nacen. Las de la ducha sí que son lamentables, pues corren con el agua junto a mis pies y caen por el desagüe.
Hoy, entonces, en vez de recibir regalos –no los espero; ya he aprendido a no esperarlos-, voy a mostrarme generoso y soy yo quien va a ofrecer un regalo extraordinario a nuestra sociedad. Espero que comience a divulgarse. Pues digo que como sé de los problemas de muchos escritores por reunir ideas interesantes que puedan desarrollar en sus novelas, ofrezco las muchas que me surgen a diario por un módico precio. Dependerá este precio de la calidad de la historia, de la posibilidad de expansión de la misma y de su extensión. Sé lo exigentes que son ahora los contratos y lo difíciles que son de cumplir. Cuando se exige una novela al año, muy pocos pueden satisfacer esa estipulación y algunas carreras se derrumban por la presión o por una obra rápida y fallida, e incluso, más generalmente, por una historia pésima que nació caduca.
No es necesario que diga que todo se realizará en el más estricto anonimato. En alguna ocasión ya he ayudado a algunos grandes amigos escritores, conocidos por el gran público, pero nunca se sabrán sus nombres. Yo cobro (como lo hago, aunque algo más, por mis novelas) y la historia ya no es mía. Es una lástima que historias tan lindas y prometedoras queden desparramadas por el éter o colgadas de alguna neurona mía si no tengo tiempo de desarrollarla. Con esta ocurrencia, eso no sucederá. El escritor que solicite una idea mía ha de decirme el tema o el tipo de personajes que más trabaja (algunos se adecuan mejor a mis posibilidades), le doy un presupuesto aproximado, y si acepta me da un tiempo breve y en unos días tienen una historia original en un párrafo. El pago ha de realizarse a la cuenta que le dé antes de mi envío por correo electrónico de mi esbozo de historia.
Creo que todos y especialmente la literatura nos beneficiaremos de esto.

4 comentarios

Juan -

Even,
sí, yo es que soy de una generosidad sin límites.

even -

Otra felicitación atrasada... Esto es como los cumpleaños de los gringos (¿o son los británicos?) que nunca invitan a cenar sino que son invitados. O sea, al revés, tú regalas el día de tu cumpleaños. Este mundo va al revés.

Juan -

Petra,
muchas gracias por esa felicitación. Me hace mucha ilusión.
Besos. J.

petra -

¡Un beso Juan! ¡Felicidades!