© El vendedor de historias (I)
El tiempo y la fama acaban por sepultar a la persona y yo desde hace tiempo no quiero que eso acabe por ocurrirme a mí. Hoy es un día importante en mi vida porque cumplo una edad que debería empezar a respetar. Hace cinco años lo fui preparando todo y dejé de fumar, de beber y de tomar café, y me convertí en un ser aburrido. Se terminó una adolescencia que anhelaba sempiterna, aunque lo cierto es que quedan rémoras y aún disfruto de esa edad a ratos. No sé si el golpe de calendario de hoy constituirá el definitivo para mi cambio. Y perdón por la digresión, pues a lo que quería ir era a que también mis crecientes quehaceres y mi tiempo limitado, además de una energía cada vez menos fornida, me empujan a tomar esta decisión, Y por qué no, tal vez también mi amor a la cultura y en especial a las letras.
Esto me recuerda a mis tiempos de profesor universitario (un día he de tratar de esos años), porque también entonces sugería temas a analizar, escritores a los que investigar, pues, entre otras razones, además de mi vocación docente, estaba mi falta de tiempo para afrontar con garantías tantas ideas. Por eso hoy también quiero y perdóneseme la aparente pedantería de todo esto, pues lo digo con gran humildad- lanzar una invitación que explicaré.
A mí, a diario, cuando paseo sólo por las calles de mi ciudad, cuando me ducho, o cuando me acuesto y la radio no me distrae, o el libro o el cómic que leo no me atrapan, creo mis historias. Esto me ha sucedido desde niño, pero recientemente, en estos años últimos, las ideas son si se me permite- más originales e incluso, diría, más divertidas. Hay un problema: no tengo tiempo. A veces, tampoco ganas, o ánimos; y mi desastre personal impide que me detenga a anotar las ideas que me embargan y nacen. Las de la ducha sí que son lamentables, pues corren con el agua junto a mis pies y caen por el desagüe.
Hoy, entonces, en vez de recibir regalos no los espero; ya he aprendido a no esperarlos-, voy a mostrarme generoso y soy yo quien va a ofrecer un regalo extraordinario a nuestra sociedad. Espero que comience a divulgarse. Pues digo que como sé de los problemas de muchos escritores por reunir ideas interesantes que puedan desarrollar en sus novelas, ofrezco las muchas que me surgen a diario por un módico precio. Dependerá este precio de la calidad de la historia, de la posibilidad de expansión de la misma y de su extensión. Sé lo exigentes que son ahora los contratos y lo difíciles que son de cumplir. Cuando se exige una novela al año, muy pocos pueden satisfacer esa estipulación y algunas carreras se derrumban por la presión o por una obra rápida y fallida, e incluso, más generalmente, por una historia pésima que nació caduca.
No es necesario que diga que todo se realizará en el más estricto anonimato. En alguna ocasión ya he ayudado a algunos grandes amigos escritores, conocidos por el gran público, pero nunca se sabrán sus nombres. Yo cobro (como lo hago, aunque algo más, por mis novelas) y la historia ya no es mía. Es una lástima que historias tan lindas y prometedoras queden desparramadas por el éter o colgadas de alguna neurona mía si no tengo tiempo de desarrollarla. Con esta ocurrencia, eso no sucederá. El escritor que solicite una idea mía ha de decirme el tema o el tipo de personajes que más trabaja (algunos se adecuan mejor a mis posibilidades), le doy un presupuesto aproximado, y si acepta me da un tiempo breve y en unos días tienen una historia original en un párrafo. El pago ha de realizarse a la cuenta que le dé antes de mi envío por correo electrónico de mi esbozo de historia.
Creo que todos y especialmente la literatura nos beneficiaremos de esto.
Esto me recuerda a mis tiempos de profesor universitario (un día he de tratar de esos años), porque también entonces sugería temas a analizar, escritores a los que investigar, pues, entre otras razones, además de mi vocación docente, estaba mi falta de tiempo para afrontar con garantías tantas ideas. Por eso hoy también quiero y perdóneseme la aparente pedantería de todo esto, pues lo digo con gran humildad- lanzar una invitación que explicaré.
A mí, a diario, cuando paseo sólo por las calles de mi ciudad, cuando me ducho, o cuando me acuesto y la radio no me distrae, o el libro o el cómic que leo no me atrapan, creo mis historias. Esto me ha sucedido desde niño, pero recientemente, en estos años últimos, las ideas son si se me permite- más originales e incluso, diría, más divertidas. Hay un problema: no tengo tiempo. A veces, tampoco ganas, o ánimos; y mi desastre personal impide que me detenga a anotar las ideas que me embargan y nacen. Las de la ducha sí que son lamentables, pues corren con el agua junto a mis pies y caen por el desagüe.
Hoy, entonces, en vez de recibir regalos no los espero; ya he aprendido a no esperarlos-, voy a mostrarme generoso y soy yo quien va a ofrecer un regalo extraordinario a nuestra sociedad. Espero que comience a divulgarse. Pues digo que como sé de los problemas de muchos escritores por reunir ideas interesantes que puedan desarrollar en sus novelas, ofrezco las muchas que me surgen a diario por un módico precio. Dependerá este precio de la calidad de la historia, de la posibilidad de expansión de la misma y de su extensión. Sé lo exigentes que son ahora los contratos y lo difíciles que son de cumplir. Cuando se exige una novela al año, muy pocos pueden satisfacer esa estipulación y algunas carreras se derrumban por la presión o por una obra rápida y fallida, e incluso, más generalmente, por una historia pésima que nació caduca.
No es necesario que diga que todo se realizará en el más estricto anonimato. En alguna ocasión ya he ayudado a algunos grandes amigos escritores, conocidos por el gran público, pero nunca se sabrán sus nombres. Yo cobro (como lo hago, aunque algo más, por mis novelas) y la historia ya no es mía. Es una lástima que historias tan lindas y prometedoras queden desparramadas por el éter o colgadas de alguna neurona mía si no tengo tiempo de desarrollarla. Con esta ocurrencia, eso no sucederá. El escritor que solicite una idea mía ha de decirme el tema o el tipo de personajes que más trabaja (algunos se adecuan mejor a mis posibilidades), le doy un presupuesto aproximado, y si acepta me da un tiempo breve y en unos días tienen una historia original en un párrafo. El pago ha de realizarse a la cuenta que le dé antes de mi envío por correo electrónico de mi esbozo de historia.
Creo que todos y especialmente la literatura nos beneficiaremos de esto.
4 comentarios
Juan -
sí, yo es que soy de una generosidad sin límites.
even -
Juan -
muchas gracias por esa felicitación. Me hace mucha ilusión.
Besos. J.
petra -