Blogia
Vida y opiniones del caballero Juan Vergescott

© El vendedor de historias (y II: el nombre [a] Roberto Bolaño)

Con la propuesta para la venta de historias (por correo interno, por favor) me han surgido una serie de reflexiones, o de aclaraciones que creo he de hacer. Ya dije que no quiero dar nombres de otros colegas a los que he ayudado prestándoles alguna historia. Ni siquiera a quienes no me mencionan en la larga lista de dedicatorias de la novela. Pero repito que comprendo la angustia de los contratos: unos no los cumplen (el caso de Luis Sepúlveda), y hacen bien, y otros de una honradez sobresaliente y sobrehumana tratan de cumplirlos y desempolvan manuscritos como el que se hallaba en el fondo del cajón de Roberto Bolaño, que un día sacó a la luz Amberes. El más grande escritor en nuestra lengua desde hace bastantes décadas mostraba que incluso en lo pequeño y autodesechable se podía ser grande; de acuerdo que no más elevado que uno mismo en otros instantes de genio, pero sí tan enorme como sus vecinos de profesión. Y es que Bolaño era un mundo aparte, y tan apartado de lo literario que se convertía en el escritor más sinceramente humano de las décadas pasadas. Pero Bolaño pasó y el destino nos burló la Escritura. Ahora nos hemos de conformar con escritores o con leer por tercera vez Los detectives salvajes, y convocar manifestaciones frente al Ministerio de Cultura para que se reediten los primeros libros de Bolaño.
Pero no quería hablar de El Nombre, sino de mi nombre.

4 comentarios

Juan -

Even,
sí, lo fue. Y una sorpesa: nunca se había sabido que lo suyo era tan grave.

even -

Me alegro mucho de que hayas sacado el tema de Bolaño en tu blog. Yo recuerdo el verano pasado (verano 2003) como un verano infernal: la temperatura que no dejaba de subir y la putada de la muerte de Bolaño. Incluso me cabreé con la lista de transplantes. Me pareció una burla inaceptable de la vida, una verdadera putada, dicho en lenguaje bien clarito.

Juan Vergescott -

Roberto,
qué casualidad; anoche hablaba con una amiga de esa novela y le decía que no había podido comprarla, de modo que ésa (se desarrolla en Roma, me parece), junto a otras dos de las primeras, no las he leído. Pero casi que me alegro, porque así para mí Bolaño tendrá aún novelas por ofrecerme y yo seguir disfrutando de su mirada del mundo tan peculiar. Además, después del verano comienza a editarse la "última". Para mí todavía queda mucho Bolaño.

Roberto -

"He sido feliz casi todos los días de mi vida, al menos durante un ratito."
Eso dijo él.
Juan, ya leíste "Una novelita lumpen"?